FUNDACIÓN MAPFRE (Barcelona)
Exposición fotográfica BRUCE DAVIDSON
FOTOPERIODISMO Y ARTE
En plena segunda década del siglo XXI, el fotoperiodismo se ha convertido en un medio de expresión, donde la detracción es constante, la protesta continua y el impacto permanente. No obstante existe una soterrada lucha entre la imagen estática y la del movimiento que podemos percibir a través de los medios de comunicación audiovisuales.
La primera, puede recibir premios y convertirse en arte, a pesar de que muchas de las escenas que capta, dan prestigio a los fotógrafos, pero los protagonistas de las mismas, permanecen estáticos, sin moverse de su situación de penuria, en la mayoría de los casos. Con respecto a la segunda, los medios en su interés por informar y captar audiencia no dudan en herir sensibilidades, si su propósito es conseguido.
Sirva este preámbulo para distinguir a Bruce Davidson (Oak Park, Illinois en 1933), un curioso e interesante fotoperiodista, cuyo trabajo de más de 50 años, la Fundación Mapfre, en su sede de la Casa Garriga Nogués de Barcelona, presenta hasta finales del próximo mes de agosto.
Y han sido necesarios los dos primeros párrafos, para poner de manifiesto las diferencias entre los fotoperiodistas como Davidson, cuya obra se mueve entre la creación artística y la denuncia social, y los contemporáneos, demasiado enzarzados en la imagen impactante y dura, para sensibilizarse con la belleza y el arte.
La muestra, dividida en 12 series ordenadas cronológicamente:
Los Wall, (1955) La viuda de Montmartre, (1956), El enano, (1958), Bandas de Brooklyn, (1959), Inglaterra/Escocia (1960), Tiempo de cambio (1961-65), Italia, México, Chicago, Los Ángeles, Gales, España (años 60), Calle 100 Este (1966-1968),Cafetería Garden (1973-76), Metro de Nueva York (1980), Central Park (1992-95) Naturaleza de París (2005-2006) y Naturaleza de los Ángeles (2008-2013)
No deja de tener ciertos tintes cinematográficos. Empieza y termina con el Davidson artista y poeta de la imagen: Los Wall y Naturaleza de París y Naturaleza de los Ángeles. Entre ambas series han transcurrido entre 50 y 60 años, pero curiosamente el fotógrafo ha vuelto en su ancianidad a los orígenes de su obra.
Ese Davidson joven sin apenas experiencia de la vida, pero con talento y ojo avizor para captar ese momento oportuno, en el lugar preciso, impactado por el cuerpo envejecido del Sr Wall, retratado con un impresionante y emotivo lirismo, a sus ochenta y dos años, plasma con fruición, siempre en blanco y negro, esos árboles de París y los Ángeles, ciudades de dos continentes distintos, dos culturas y dos historias dispares, pero cuyo nexo común es la Naturaleza, sea urbana o natural, donde esos árboles, miran al cielo como esas torres de aguja de las iglesias y catedrales góticas. Planos contrapicados ofrecen una visión absolutamente expresionista de esa Naturaleza retratada, y en la que de nuevo hemos de recordar la famosa frase de Oscar Wilde: La naturaleza imita al arte.
La viuda de Montmatre nos refleja un personaje que ha conocido tiempos mejores, y que aún conserva esa personalidad de esa época y que como la Norma Desmond en el el film de Wilder El Crepúsculo de los Dioses (1950), huye de la realidad ahogando sus penas en alcohol, con el recuerdo constante de León Fauché pintor impresionista de obra menor. La imagen que acompaña este texto es absolutamente abrumadora del implacable dominio de Cronos: esa pareja que se besa en el fulgor de la juventud y la anciana madame Fauché, sin apenas fuerzas para levantarse: la vida y la muerte en una sola imagen.
El enano que vive en el circo, para divertir y distraer a las gentes, invariablemente nos remonta a los bufones de Velázquez; la dignidad con la que fueron retratados por el pintor sevillano, no sólo honra su memoria, sino que enaltece a quién los pintó. Al igual que Velázquez, Bruce Davidson, ennoblece Jimmy Armstrong, trabajador incansable del circo Clyde Beatty, retratándolo en su soledad, pero también con la seriedad de ser humano. Unas imágenes que emanan tristeza de lo que en otros tiempos era capaz la sociedad, de marginar al diferente, sin ni siquiera querer comprenderle, en medio de actuaciones circenses donde el más difícil todavía escondía los dramas de las gentes del circo.
Bandas de Brooklyn es un reflejo del Rebelde sin causa (1955) de Nicholas Ray, quienes mantenían relaciones conflictivas con sus familias. En esta serie, Davidson realiza un estudio profundo de una generación joven en los cincuenta, que querían romper con lo establecido, que no conocieron la tragedia de la II Guerra Mundial, y cuyos alicientes existenciales se basaban en la diversión, las trifulcas y el demostrar quién era el más fuerte y quien se lleva a la chica. Un reportaje de instantáneas locuaces y miradas fugaces, de crónica social de una juventud en busca del Nirvana, y que contempladas en plena segunda década del siglo XXI, no evitan la reflexión y la pregunta del qué es lo que dirían esos jóvenes sobre la juventud actual.
Inglaterra/Escocia. En paralelo con la historia del cine, en esta serie, capta los contrastes de la sociedad británica: una juventud, al igual que las Bandas de Brooklyn, en busca de unas metas distintas a las de sus familias, y en rebeldía con todos los estamentos – la película seria If dirigida Lindsday Anderson o Rebelión en las aulas protagonizada por Sidney Poiter, y un establishment que goza de la vida en el capo, de privilegios y comodidades, así como de buenos empleos en la City. En medio de todo ello, la clase trabajadora que sobrevive a su existencia después del conflicto bélico de los años 40, intentando adaptarse a los cambios, en medio de los paisajes bucólicos de ambos países, que no deja de recordar al extraordinario film de John Ford: ¡Qué verde era mi valle! (1941)
Davidson se muestra con la cámara crítico y sus sombras son mucho más pronunciadas que sus luces.
Tiempo de Cambio y Calle 100 Este, a pesar de la pequeña diferencia de años, muestra la América profunda de las grandes ciudades. El famoso autobús de la libertad, en la que jóvenes negros reivindicaron sus derechos civiles, y que fueron golpeados y detenidos en la ciudad de Birmingham (Alabama), en la época de John F. Kennedy como presidente, y cuyo desarrollo y conclusión recoge a la perfección Ken Follett en su último libro de la trilogía Century: El umbral de la Eternidad.
El contraste con los deseos de libertad y las manifestaciones, son los infelices de la Calle 100 Este, o el “Spanish Harlem”, que eran retratados por Davidson, y que como imágenes fueron exhibidos en el MOMA de Nueva York y en otros eventos expositivos, mientras sus vidas seguían igual de miserables. Unas imágenes impactantes que a pesar de su calidad, y de sus buenas intenciones, no dejan de cuestionar la ética del fotoperiodista, que recibe un sueldo por retratar la miseria de la sociedad. Si bien en la época de Davidson, el fotoperiodismo era un medio único para mostrar la realidad de un país, con el paso de los años, también es una forma de “modus vivendi” con la desgracia ajena.
Italia, México, Chicago, Los Ángeles, Gales, España, es una amalgama de imágenes, tal vez la de menor calidad de la exposición, que pueden englobarse entre la denuncia social y la curiosidad del momento. Una tarea profesional, más que fotográfica que al igual que las dos series anteriores, sirve de documento histórico, de una forma de vida, de una época y de unos años de países en evolución, de nuevas ideas y de viejos problemas.
Finalmente Cafetería Garden, Metro de Nueva York y Central Park tienen como nexo común la sociedad norteamericana, pero en concreto, los habitantes de Nueva york. En la primera, Davidson retorna a sus orígenes con los Wall, captando en imágenes las penas del alma de muchos judíos llegados de Alemania, sobrevivientes del Holocausto, cuyas miradas reflejan el sufrimiento y la sinrazón de lo vivido. Davidson, como judío se sintió identificado, y no pudo evitar rendirles su particular tributo, y sus imágenes pueden verse retratos corales con protagonistas en primer plano. En Metro de Nueva York, las imágenes reflejan cierto patetismo. Unos convoyes sucios y llenos de pintadas, en los que la gente se desplaza, observándose miradas vacías y rostros preocupados. La nota de prensa describe a la perfección esta serie:
“Davidson se recrea en el ambiente claustrofóbico del metro, y su estilo, un tanto invisible en las décadas anteriores, pasa a tener una presencia dominante, incluso beligerante”.
Central Park es el testimonio de Davidson de los cambios sufridos por el conocido parque neoyorkino. Como un “naturalista amateur”, nos ofrece unas imágenes entre la crónica social y la investigación científica. Animales y personas son retratados en un singular cosmos, diurno y nocturno, sin orden ni concierto aparente, pero con la particularidad de disfrutar de un entorno natural privilegiado en medio de la selva de edificios de la Gran Manzana.
La exposición, con gran acierto en la colocación de las imágenes y el seguimiento de las series permite comprobar la calidad de Davidson como documentalista, y como artista fotográfico.
Si bien en la crítica plasmada se observa el resultado obtenido, y las impresiones que provoca, es necesario hacer mención de la técnica y cámaras empleadas en las distintas series: Contrastes exagerados de claro-oscuro y delicado, la mirada ágil de su Leica, nuevas complejidades en la fotográfia, inspirarse en otros fotógrafos como Henri Cartier-Bresson, Robert Frank o W. Eugene Smith, la utilización de una cámara de gran formato, o el he hecho de ir pertrechado con multitud de cámaras, sin obviar el espléndido catálogo realizado por Fundación Mapfre, muy ilustrativo tanto en imágenes como en la comprensión de las mismas
Una muestra en la que si bien hay arte, la historia y el documento dominan el contexto. Una exhibición fotográfica de interés para profanos y de admiración para expertos, y en la que también puede cuestionarse la ética del fotoperiodismo en la actualidad, bajo el prisma de uno de los primeros nombres importantes del mismo.
Marta Teixidó
Crítico de arte
www.cuadrosdeunaexposicion.com
FUNDACIÓN MAPFRE – Casa Garriga Nogués
Carrer de la Diputació, 250
Barcelona